Hay autores a las que la vida parece imponer la distancia de una o más
generaciones para ser redescubiertos. Más allá de las insoslayables circunstancias personales
o sociales en las que se vio envuelta su obra, la percepción del lector, la
sensibilidad a los temas o al tratamiento de los mismos, delimitó su difusión.
María Calcaño (1906 – 1956) es fiel ejemplo
de esa reacción lectora. Tuvo el apoyo de importantes figuras de la literatura
de su tiempo, pero la corta difusión de quienes pudieron valorar, más allá de
toda consideración estrecha, una palabra sincera.
No fue una revolucionaria ni en el
contenido ni en la forma poética, tal vez solamente provocadora, emotiva,
espontánea y expresiva. Hija de su tiempo, asomó el tema erótico con los
recursos de su propia vivencia. Y hoy nos asombra porque imaginamos su vida y
la envolvemos, más de lo que ella ha podido querer, con trazos de dolor y goce.
Ciertamente, aún le debemos mucho a María
Calcaño, como recientemente comentó la amiga Juliana Boersner. Por eso, este
homenaje de difusión (tan amplio como quieran nuestros visitantes) es apenas un
reconocimiento como lectores a una obra que aún está por comentarse,
discutirse, estudiarse y dejar para el conocimiento de los lectores que
vendrán.
Bajen y difundan esta breve antología de Caravasar Libros, parte de la colección
Veinte
poemas + uno, Me ha de bastar la vida, de
María Calcaño.
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