Con nombre de filósofo presocrático, emerge este
personaje desde la memoria de algún ancestro para tomar forma vital a través de
la narración.
Anaxágoras no trata el tema de la muerte, como podría entenderse
en un análisis instantáneo de sus
circunstancias. Al menos no directamente. Por el contrario, el tema es la vida.
Una forma de vivir en el mundo, de estar, de supeditarse a lo inevitable y
tratar de ejercer control sobre lo que, más allá de toda discusión, terminará
controlando nuestra particular existencia.
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