domingo, 20 de junio de 2010

Relaciones, cambios y remembranzas.



La Lluvia de Hojas hoy se viste de homenaje a los padres, tanto presentes como ausentes. Pero lo hace desde la perspectiva reflexiva. Y no como una alabanza estéril. Todo lo que se pueda decir de ellos es una consecuencia de nuestras vivencias.


Así, corre un primer texto con unas ideas sobre las relaciones interpersonales, la dependencia y la interdependencia. Un texto que tendrá que completar el lector con su propia experiencia.


Luego se desparrama un relato sobre el padre. El niño de la casa recibe la visita del padre y ella se convierte en un acontecimiento de aprendizaje.


Tres poemas, en los que uno se dedica a esa figura paterna, desde la perspectiva particular de la voz que expresa las palabras, cierra la Lluvia de hoy, reflexionando además sobre la posibilidad del optimismo y que la descalificación de lo verdaderamente importante nunca podrá llevarse a cabo plenamente.


Que el lector se refresque gratamente con esta Lluvia.


Ciclos de etapas evolutivas y cambios en las relaciones


Los ciclos más comunes en nuestras vidas son los que surgen naturalmente a lo largo de nuestras etapas evolutivas. Se habla así de infancia, subdividiéndola también en temprana, media y tardía, adolescencia, juventud, madurez, vejez. Este último señalado con nombres diversos pero con igual sentido. Hacemos separación de momentos de la vida. y van cambiando las relaciones entre las personas que toman parteen cada etapa.

Al principio de nuestra existencia somos totalmente dependientes de nuestros padres. Primero de nuestra madre, un ser nutritivo, indispensable para nuestra supervivencia. Luego, se amplía al triángulo familiar, cuando existe. O se establece con otros familiares u otros seres que nos cuidan y dan afecto.

Pero crecemos y naturalmente nos vamos haciendo menos dependientes. En algunos casos esta dependencia llega hasta avanzadas edades en nuestras vidas. De acuerdo a las costumbres de la cultura donde crecemos, los hijos dependen mayor o menor tiempo de sus padres. El lapso suficiente para que el hijo, según los parámetros socioculturales, se valga por sí mismo en el mundo.

Este modelo de dependencia con los padres se reproduce con otros seres significativos. Con los maestros, con las amistades de las diversas etapas de nuestras vidas. Con cada una de esas personas la relación cambia y el ciclo se termina.

La finalización de un ciclo da paso generalmente a otro. El logro de la independencia emocional y económica no significa, necesariamente una ruptura con los padres, familiares o amigos de determinada etapa evolutiva. Pero necesariamente debe darse un cambio. De no operarse una transformación, el ciclo que aún no se cierra llega a ser un impedimento en la relación y en la realización personal y llevará, realmente a una ruptura profunda.

Con el comienzo de otra etapa se da un cambio en las relaciones, que no necesariamente será de ruptura, pero que señala el final de un ciclo, tal vez teniendo los mismos protagonistas pero con una relación distinta entre ellos. Se pasa a otra interdependencia distinta. Un cambio significativo e ineludible dictado por nuestra evolución como personas.


La visita del padre



Todos los jueves el claxon del auto del padre suena frente a la casa y el niño sale corriendo, condicionado por tal estímulo. Al principio, la corneta era común y apenas si se diferenciaba de cualquier otra sumergida en el tránsito de una cuadra cada vez más concurrida. Pero con el tiempo, cambió a un singular sonido, mezcla entre un mugido y el aviso de un submarino en inmersión, tal como el de Viaje al fondo del Mar. El llamado, así, es inexorable.

La visita del padre es esa. Simple y efectiva. Frente a la casa, a veces por un rato. Y ante la insistencia del niño, hacia el recorrido a los sitios frecuentes, en otras ocasiones: El restaurante donde suelen cenar, el parque lleno de matorrales donde se puede correr si la tarde no se ha puesto, el recorrido por avenidas y calles, libertad pura. Un helado. En ocasiones, la espera ansiosa, mientras el padre termina una partida de naipes. De ello dependerá su humor y el alargamiento del paseo citadino.

Pero antes de todo eso, el deber de los jueves era la visita a la quincalla librería Gótica, donde el niño de la casa surtía su imaginación con las historias más diversas de Editorial Novarro: Superman, Batman, Aquamán, la Zorra y el Cuervo, los personajes de Walt Disney, Rico Mac Pato, Ciro Peraloca, Pedro el Malo, Hugo, Paco y Luis y hasta uno que otro volumen de Vidas Ejemplares, si no ha llegado nada nuevo. El padre no pone objeciones, por el contrario se le ve satisfecho, porque sabe que el niño así aprendió a leer, a fuer de interpretar imágenes y letras.

Con estos pertrechos el niño puede, además, esperar que el padre termine su diversión con las cartas que van y vienen y los billetes que corren de uno a otro de los presentes. En la antesala del Club Social es imposible no darse cuenta de esos movimientos, de los gritos e improperios ante la pérdida de partidas, hechos que no lucen tan divertidos como lo que dicen los personajes de las historietas.

El niño también recuerda lo que afirmaba el padre. Un día, en esos afanes de interpretación de imágenes, le encontró sentido a las letras unidas. Y el descubrimiento le maravilló tanto que terminó de perdonar, para siempre, las largas esperas en la antesala de juegos de Peña.

El sonido del claxon desde entonces fue un llamado a la lectura que el niño inventó un jueves en la tarde.


Tres poemas, al menos uno con padre



Lo importante

a menudo

se relega

a un plano

amarillento

y olvidado.


Lo intrascendente

suele pavonearse,

entonces,

por breves instantes,

hasta que cae presa

de su propia estulticia.

El amor

se confunde con un lujo

al que se le cobra

un alto impuesto

para que nadie se atreva

a sentirlo.


Pero una sonrisa

gratuita

rompe ese cerco

de necedad.

De Instantáneos


Ahora

más lejano que nunca

mi padre

saluda

al pasado

y al futuro


Cercano

en sus ausencias

frecuentes

y sin respuesta

se despide

o tal vez

da la bienvenida

al recuerdo


Sólo

nos redime

el mutuo afecto

que nunca nos expresamos


De Eternos Pasajeros



Lapidado por epítetos,

insultos

y terribles deseos,

resurjo de entre las piedras

de ese infausto camino

de contrariedades

que me lleva al sitio

más opuesto de mi existencia


Pero nada hay que impida

mi resurrección

diaria

agobiado por la cotidiana

soledad

y empujado por la costumbre

de oponerme a lo adverso


Parecería el triunfo

del optimismo,

pero es solo la persistencia

de creer que todo podría ser peor

y por alguna circunstancia

aún no lo es

De Vacío Optimismo