domingo, 12 de septiembre de 2010

Un fantasma entre el recurrente tema del amor



La Lluvia de Hojas de hoy nos viene casi monotemática. No hay que esperar ningún día especial para que caiga el torrente amoroso que siempre parece venir del cielo. Aunque algunas veces termine en arrojarnos a un infierno particular. Pero el amor es un sentimiento siempre presente en el torrente sanguíneo humano y en el de la palabra que inunda los textos con mayor o menor fortuna.

En un primer texto se expone una reflexión de una de las relaciones particulares que posee la palabra con el amor. Casi indisolublemente unidas, la una se pone al servicio expresivo de la otra.

Continúa luego con el recorrido de otro Fantasma extraviado que nos lleva a conocer sus vivencias de difunto en el seno de una familia que no eligió.

Tres poemas con alguna relación al amor o los sentimientos concomitantes que despierta, finalizan la Lluvia de hoy.

Espero que el lector la disfrute como un baño de amor.

Amor y palabras



Las palabras no pueden apresar el amor. Siempre el sentimiento parece rebasar el símbolo con el que se quiere representar. No obstante, la palabra reproduce un estado subjetivo en quien la percibe, bien sea escuchando la voz o leyéndola, una actitud en el que el perceptor reproduce sus propias vivencias. La palabra es el detonante de una emoción o un sentimiento guardado en el espacio de los recuerdos.

La palabra es un acto de amor. Aunque lo pueda ser de odio, de amarguras, resentimientos, intolerancia o tantas otras emociones cercanas a lo destructivo, ella guarda en su esencia primordial un carácter eminentemente constructivo. La palabra es, en sí misma, un acto creador, un acto de amor.

Al expresarnos, sea de viva voz o con estos signos que ahora lees u otros, arquitectos de un discurso, estamos manifestando afecto por nuestro interlocutor o lector, siempre presente de cuerpo ante nuestra voz o invisible en el espacio y tiempo de su soledad en la lectura.

La escritura, además, es, no pocas veces, un acto manifiesto de amor. No solo por la manifestación de esa intención creativa y de contacto con quien se convierte en ese otro siempre presente, sino también por el desarrollo de una temática expresa que busca remover desde el fondo de nuestra interioridad ese sentimiento universal.

El amor, patente en voces, en vocablos, en palabras escritas que resuenan en nuestros espacios interiores, se transforma, sea cualquiera el género literario que empleemos, en una ofrenda al ser amado. En motivar este impulso a ofrecer algo de nosotros mismos interviene no la ausencia de ese ser sino su presencia constante, pulsante en nosotros, sin importar las circunstancias ni distancias geográficas o temporales que nos aparten de él o ella.

A veces ese ser de nuestros anhelos amorosos tiene cuerpo, alma e individualidad bien definida. En ocasiones, es sólo un ente ideal que habita en nosotros y que busca afanosamente su manifestación en el mundo de las realidades cotidianas.

En algunas ocasiones ocurre el milagro de la encarnación de ese ser ideal. En ese momento la persona que representa el amor se vuelve centro de todos nuestros afectos, de nuestros actos y toda escritura deviene en una entrega para sus ojos, su mente y su corazón.

La escritura, en ese momento, es una acto de desprendimiento que, lejos de aminorar el cúmulo vivencial del escritor, le enriquece enormemente con una gama de sutiles palabras, giros, contenidos, formas y expresiones que canalizan ese ejercicio permanente de amor.

El amor siempre ha mejorado la práctica literaria. La convierte en lo que es, una acción de vida.

Fantasma extraviado 7



Soy un fantasma que se pasea por la casa de una familia normal. Realmente no sé por qué me tocó esta suerte. Ni cómo llegué aquí. No los conocía de antes. De antes de mi muerte, especifico. De pronto me encontré en medio de ellos, atrapado casi, entre sus discusiones cotidianas y todas sus costumbres que veía discurrir en cámara lenta. Me entero, así, de todos sus pormenores diarios, sus pequeñas manías, sus tics, sus muletillas. Sus pasiones y peripecias.

Recuerdo, entonces, a los de mi casa. Vestidos de otra época, pero con problemas y conductas semejantes. Me doy cuenta ahora de esas particularidades que entonces no comprendí. Cuando vivía con ellos, literalmente en todos los sentidos, era uno más, metido en ese torbellino. Ahora, soy un observador permanente de cuerpo traslúcido para mi mirada cristalina, invisible totalmente para ellos. Soy casi un cuerpo u organismo internacional.

Me entero sutilmente de las competencias entre hermanos, sus rivalidades, los problemas entre los padres, sus acuerdos y desacuerdos, los de los padres con los hijos, generalmente por usos y costumbres. Todo sigue igual en el mundo.

Ahora que escucho y veo todo y percibo lo que significa esto, caigo en cuenta de lo que me había perdido de conocer. Pero no hay remedio. Ahora que soy para sus historias como uno de esos adminículos que dicen atrapar los sueños, aunque solo veo polvo entre sus plumas desfoliadas, tengo la sabiduría de desplazarme y comprender una familia a la que nunca podré conocer ni tratar.

Tres poemas con amor



Mi imagen
es la suma de imágenes
de toda mi vida
Un collage
grande
sin llegar a inmenso
Un rostro de palabras
y sentimientos
con el que me he acostumbrado
a convivir y dialogar

Lo acepto como parte de mí
Pero no como mi sustituto
Lo acepto con sus impertinencias
y sus pequeñas genialidades
hechas de sombras fugaces
y figuras en boceto

Soy yo el que delata
en esos garabatos
Mas no completo
pues lo verdadero
aún se encuentra
en mi interioridad
hecha de cientos de aposentos
de recuerdos
de sentimientos
de actitudes
de conceptos disueltos
en el mar de la vida
de un día eterno.

Mi plano reflejo
es una sombra coloreada a mano

Yo soy el cuerpo
con volumen y transparencia
que lo proyecta.
Soy el amor que emana
el ser que vive
más allá
de su sombra en el espejo.

De Instantáneos


El amor

parece escurrirse entre los dedos

Escapa de cualquier intento

de asirlo

obligatoriamente

De retenerlo

en contra de su propia voluntad.


Hay que sumergirse en su mar

Aprender a respirarlo

Impregnarse de su leve brisa

De su fluir constante

Hay que saber captarlo

cuando no se ausenta

Para perderse en su presencia

que todo lo llena.

De En el inicio de la vida

Los sueños caen en cascada

al llegar a la línea del horizonte


A pesar que les aguarda

la nada

y la oscuridad,

en ese territorio del éter

comienzan a volar


Nunca llegarán al fondo

del abismo

ni a la destrucción

total

mientras viva la esperanza

De Textos del Desencanto