domingo, 12 de septiembre de 2010

Fantasma extraviado 7



Soy un fantasma que se pasea por la casa de una familia normal. Realmente no sé por qué me tocó esta suerte. Ni cómo llegué aquí. No los conocía de antes. De antes de mi muerte, especifico. De pronto me encontré en medio de ellos, atrapado casi, entre sus discusiones cotidianas y todas sus costumbres que veía discurrir en cámara lenta. Me entero, así, de todos sus pormenores diarios, sus pequeñas manías, sus tics, sus muletillas. Sus pasiones y peripecias.

Recuerdo, entonces, a los de mi casa. Vestidos de otra época, pero con problemas y conductas semejantes. Me doy cuenta ahora de esas particularidades que entonces no comprendí. Cuando vivía con ellos, literalmente en todos los sentidos, era uno más, metido en ese torbellino. Ahora, soy un observador permanente de cuerpo traslúcido para mi mirada cristalina, invisible totalmente para ellos. Soy casi un cuerpo u organismo internacional.

Me entero sutilmente de las competencias entre hermanos, sus rivalidades, los problemas entre los padres, sus acuerdos y desacuerdos, los de los padres con los hijos, generalmente por usos y costumbres. Todo sigue igual en el mundo.

Ahora que escucho y veo todo y percibo lo que significa esto, caigo en cuenta de lo que me había perdido de conocer. Pero no hay remedio. Ahora que soy para sus historias como uno de esos adminículos que dicen atrapar los sueños, aunque solo veo polvo entre sus plumas desfoliadas, tengo la sabiduría de desplazarme y comprender una familia a la que nunca podré conocer ni tratar.

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