domingo, 27 de febrero de 2011

Tres tiempos de la poesía


La Lluvia de Hojas se dedica hoy a recorrer la poesía de todos los tiempos, o casi todos los tiempos de este siempre proyecto de poeta que soy. No lo digo despectivamente ni mucho menos con la impostura de una falsa modestia, lugar bastante común, sino con todo el pausado sentimiento, la reflexión y el asombro –no sin algo de interno rubor– que me despiertan estas palabras pronunciadas en diverso tiempo, ahora cercano como la eternidad.

La osadía está en querer que el lector participe de ese viaje, siempre riesgoso pero también venturoso, lleno de encuentros propicios con la palabra. Eso me sucede. Espero que el lector encuentre algo de esta mi fantasía en los textos que leerá.

La poesía ha sido la línea marginal que va acotando mi vida. No sólo como experiencia sino como reflexión, como hallazgo y desencuentro, como pregunta donde se contiene oculta la respuesta, tras la sosegada observación. La poesía es vida y ojalá pudiésemos hacer el proceso inverso, convertir la vida en poesía, pero ello se lo dejamos a los inmortales.

Que el lector disfrute esta Lluvia de textos poéticos.

Como era en un principio





En el inicio de la vida

el mar de llanto.

En cada comienzo

lágrimas abren camino

y ruedan

hasta perderse

en la piel.


Queda el mineral seco

monumento que señala

un hito mínimo

pero punzante indicador



Las raíces de mi tristeza

son tan profundas

que brotan

en el otro lado de mi mundo

Eso me consuela enormemente

Porque allí los habitantes

de mi antípoda

la consumirán

creyéndola el fruto

del extraño y milagroso árbol

de la alegría


Manantial en verano

La palabra aguarda

que el cielo

refresque sus fuentes

para brotar

de nuevo


Quiero aprovechar

las últimas oscuridades de la noche

para encender una vela

y creer

que soy el autor de la aurora



El espejo nos devuelve

al origen del amor

a la pura simplicidad

de los cuerpos

a la desnudez primigenia

de dos almas compenetradas.


El espejo nos devuelve

al sitio de donde debemos partir

desde cada instante

al acto trascendente de la entrega

de las pieles haciéndose una

de los ojos cerrados

porque la mirada

va hacia adentro

sintiendo el cuerpo amante

allí

a donde pertenece

y permanecerá por siempre.


El espejo nos devuelve

todo

menos una simple imagen.



Un auto cruza la esquina

Pasa veloz como otros

Tras la celosía

de una marcha vertiginosa

una mujer

apenas oculta su mirada

y lanza una sonrisa.


Corre así la cortina

de sus afectos

y los deja al descubierto

ante el atisbo

del estoico espectador

que apenas atina

a disparar una foto

congelando el instante


Ahora





CAMPANA

Mis palabras

flotan en el vacío

de una campana

de cristal

en la noche.




GOTA DE VINO


Una gota de vino

rueda

por tu comisura.

Suspendo el tiempo

para que detenida,

esa brillante

lágrima

tinta

quede en mi recuerdo,

mientras mis labios

la enjugan

en los tuyos.




CURSO


El río sigue su curso.

No espera el permiso de la tierra

para recorrerla,

socavarla,

expandirse sobre ella.

El suelo vive de sus aguas

aunque quiera ser desierto.

Ni una queja se le escucha

ante el trueno del torrente.




BANDERAS


Tus cabellos,

suaves banderas

al viento de mediodía,

tocan mi rostro.


Lo transforman

en patria

de tu ser,

en territorio

de tu país

de maravillas.




ROSTRO ILUMINADO


Tu rostro oculto

por nubes distantes

de vacíos angustiosos,

destella con el relámpago

de un fugaz recuerdo.


El resplandor

aclara la densa

atmósfera

de la duda y la culpa.


Desvanece las sombras

el hilo eléctrico

encendido

por Eros.





FRENTE A LA HOJA, DESPUÉS


Se desliza en la hoja

un cremoso instrumento de escritura.

Mas son tus ocultos sentimientos

los que se expanden en la colorida superficie del papel.

Es tu miedo enfrentado,

ya en huída.

Es tu potencia transformada en acto.

Profeta de un antiguo filósofo.

Contemplas

ahora

cómo todas las posibilidades

surgen en tus palabras

y eres feliz

por otro instante

similar al de nuestro encuentro.




HAIKÚ 7


Otro silencio

Se escurre de mis dedos

Llena la noche

Y siempre



Limpio mis penas

en el mar de tus ojos.

Aunque estén lejos.

Este instante

es un vuelo de ave.

Fugaz recuerdo.


Comí la fruta,
delicia absoluta.

Mejor tus labios


Recorre el jardín.

Se lleva sus fragancias.

La ágil brisa.


El mar refleja

un sol esplendoroso.

En él te miro.



Si recordamos,
deseamos el olvido.

Duele ese amor.


Desde la orla

del alto acantilado

miro el espejo

del mar en brava calma.

Lo hermoso tiene riesgo.


Tanta amargura

en una gota de miel.

Un beso ausente


Sol de la tarde.
Las espigas lejanas
visten de oro.