La Lluvia de Hojas se dedica hoy a recorrer la poesía de todos los tiempos, o casi todos los tiempos de este siempre proyecto de poeta que soy. No lo digo despectivamente ni mucho menos con la impostura de una falsa modestia, lugar bastante común, sino con todo el pausado sentimiento, la reflexión y el asombro –no sin algo de interno rubor– que me despiertan estas palabras pronunciadas en diverso tiempo, ahora cercano como la eternidad.
La osadía está en querer que el lector participe de ese viaje, siempre riesgoso pero también venturoso, lleno de encuentros propicios con la palabra. Eso me sucede. Espero que el lector encuentre algo de esta mi fantasía en los textos que leerá.
La poesía ha sido la línea marginal que va acotando mi vida. No sólo como experiencia sino como reflexión, como hallazgo y desencuentro, como pregunta donde se contiene oculta la respuesta, tras la sosegada observación. La poesía es vida y ojalá pudiésemos hacer el proceso inverso, convertir la vida en poesía, pero ello se lo dejamos a los inmortales.
Que el lector disfrute esta Lluvia de textos poéticos.