domingo, 27 de febrero de 2011

Como era en un principio





En el inicio de la vida

el mar de llanto.

En cada comienzo

lágrimas abren camino

y ruedan

hasta perderse

en la piel.


Queda el mineral seco

monumento que señala

un hito mínimo

pero punzante indicador



Las raíces de mi tristeza

son tan profundas

que brotan

en el otro lado de mi mundo

Eso me consuela enormemente

Porque allí los habitantes

de mi antípoda

la consumirán

creyéndola el fruto

del extraño y milagroso árbol

de la alegría


Manantial en verano

La palabra aguarda

que el cielo

refresque sus fuentes

para brotar

de nuevo


Quiero aprovechar

las últimas oscuridades de la noche

para encender una vela

y creer

que soy el autor de la aurora



El espejo nos devuelve

al origen del amor

a la pura simplicidad

de los cuerpos

a la desnudez primigenia

de dos almas compenetradas.


El espejo nos devuelve

al sitio de donde debemos partir

desde cada instante

al acto trascendente de la entrega

de las pieles haciéndose una

de los ojos cerrados

porque la mirada

va hacia adentro

sintiendo el cuerpo amante

allí

a donde pertenece

y permanecerá por siempre.


El espejo nos devuelve

todo

menos una simple imagen.



Un auto cruza la esquina

Pasa veloz como otros

Tras la celosía

de una marcha vertiginosa

una mujer

apenas oculta su mirada

y lanza una sonrisa.


Corre así la cortina

de sus afectos

y los deja al descubierto

ante el atisbo

del estoico espectador

que apenas atina

a disparar una foto

congelando el instante


1 comentario:

Anónimo dijo...

LE FACILITO POR SUS ESCRITOS QUE NOS HACEN REFLEXIONAR CADA DIA SRA DORIS