sábado, 9 de agosto de 2008

LA LLUVIA DE HOJAS NO REGRESA



Siempre ha estado allí. Y continuará.

La aceleración deja paso a un movimiento constante más reposado. El trabajo emprendido debe ser degustado, revisado, plantado para que algún fruto salga de él.

Esta lluvia no ha desaparecido. Continúa cayendo cada vez que alguien accede a ella. La regularidad de enriquecimiento de su contenido ha variado. Seguirá nutriéndose a lo largo del tiempo. Continuarán sus aguas acumulándose sin estancarse ni apestar.

A los que creían que la lluvia había cesado, les puedo asegurar que no. Allí se mantendrá, a su ritmo de llovizna o rocío. O alguna otra medida ridícula de cantidad. Pero aquí estará, suspendida de sus electrones hasta que exista la red.

LAS CIUDADES SON SERES




José Gregorio Bello Porras

Las ciudades son personajes escapados de historias de gigantes y monstruos. Hechas de piedra, cuando tienen origen noble, o de escombros y basura en algunos humildes casos, quisieran vagar por el mundo, pero su movimiento es lento. Tan lento que llevan su mismo sitio a otros lugares más apartados.



Como urbes tienen su historia oficial y sus pequeñas historias hechas de sangre, mezquindades y otras virtudes poco edificantes. Pero con ellas construyen edificios y permanecen más allá de los cementerios que van dejando regados para lustre de futuros turistas.



Las ciudades suelen persistir en el tiempo con varios cuerpos. Cambian de corporeidad o de edificios como cambiar de traje, dejando sus esqueletos hechos de columnas y piedras amontonadas. Si los habitantes tienen talento para el negocio exhiben la antigüedad y la ruina como espectáculo. Si su espíritu es emprendedor, simplemente, reciclan los escombros. Si sus costumbres son desordenadas los botan en un río causando daños ecológicos que los ahogarán pronto. Empobreciéndolos de paso.



Las ciudades tienen gracia o son desangeladas. Ridículas algunas y eExuberantes otras.



Algunas se salvan por lo que el ser humano no ha destruido en ellas, por su paisaje natural. Porque ni el paisaje cultural ni el humano vienen a salvar el espíritu de la ciudad y este se pierde en el espacio como una deposición inmensa de un creador colectivo.



Cada ciudad tiene sus monstruos y sus ángeles. Algunos sólo exhiben estos últimos presos en bronce, en las fuentes y monumentos. Mientras dejan vagar a los primeros por sus plazas, paseos, parques y calles.



Las ciudades son la invención humana más estúpida. Pero también la que nos puede salvar de nuestra soledad individual, lanzándonos a una colectiva soledad.



Fotos: J. G. Bello Porras y Aisa Manzo Porras

EL RETORNO DE LOS MONSTRUOS FELICES



José Gregorio Bello Porras

Después de una temporada en el infierno, leyendo un libro de Rimbaud, decidieron regresar los monstruos a nuestra ciudad. Nadie se dio cuenta. Parecían comunes habitantes de esta villa.

Tuvieron que rugir y volver a contar sus historias para que los tomaran en cuenta. Ahora animan animalmente fiestas infantiles.

Pronto se dedicarán a la bebida, si continúan esa carrera hacia los bares donde los niños suelen molestarlos con pesadeces desconsideradas.

Vaya ahora una selección mínima, por tamaño y número, de sus historias de horror.

Fotos cortesía de Joshua Hoffine

Salud de hierro

No resiste la primera lluvia.

Humano en el error

Dedica la mitad de su vida a la práctica sistemática de los errores como vía para adquirir el conocimiento. Y la otra parte, a una enmienda de los mismos, bastante equivocada también.


Monstruo doméstico


Convivía con un monstruo interior áspero y violento. Con paciencia lo domesticó, tanto que pronto lo transformó en un prodigio de urbanidad, refinamiento y atención para con las demás personas. Llegó así a hablar varios idiomas, a conocer los mejores restaurantes y a recomendar vinos excelentes. Componía versos afectuosos que recitaba mientras tañía el laúd. Con el tiempo, la gente no se acordó más de su dueño.

Duda melódica

Practica la duda melódica como método para alcanzar la comprensión del mundo. Llega a conclusiones sobre la vida bastante amargas. Aprende del sufrimiento que le ocasiona su desesperado maestro de música.



Medidas para el crecimiento personal

Deciden separarse para tener mayor espacio en su proceso de crecimiento personal. Tal vez, así, algún día lleguen a ser árboles.


Al final del camino


Vive esperanzado porque cree que al final del camino habrá tiempo y espacio para el descanso. Aún no se ha dado cuenta que está transitando un circuito cerrado.

Reencuentros

En sueños se reencuentra con seres perdidos en la distancia de la muerte. Lejos de ser feliz allí, vuelve presuroso a la vigilia, esperando que continúen difuntos, para no volver a vivir la experiencia de sus agonías.



Máquina del tiempo

Inventó una máquina para viajar en el tiempo. Su extraordinaria creación, sin embargo, no le trajo fama alguna. Y más bien bastante olvido y desprestigio. El aparato sólo tenía la facultad de colocar a las personas en un eterno presente.

De carácter bíblico

Su paciencia era la de Job, su sabiduría la de Salomón, su fuerza la de Sansón, su fe la de Abraham, su coraje el de los Macabeos, su encanto el de David, su previsión la de Noé, su confianza la de Daniel, su severidad la de Ezequiel. Casi perfecto, si hubiera superado dos condiciones no venerables: cierto acartonamiento que lo hacía parecer un collage y la polilla que lo atacaba.

Ubicuo

Tiene la capacidad de estar en muchos lugares a la vez. Sin embargo, en todos ellos trata de que nadie lo note.



Ubicuo nuevamente

Posee el don de la ubicuidad. En todos los sitios repite sus errores hasta el infinito.


Despido directo

¡Está despedido! le gritó el dueño del circo a la Bala Humana mientras realizaba su acto.

Perfecto amor

Ella decía que el amor perfecto no exige nada del amado. Y lo sostuvo, aunque paradójicamente, hasta el final. No le pidió a su novio que le ayudara cuando, agarrada a una frágil rama, estaba a punto de caer en su abismo final.