domingo, 24 de octubre de 2010

Tres poemas de la noche



Entre las sombras

te distinguí,

disfrazada de oscuridades.

Tu luz interior

te develaba

por los intersticios

del etéreo género

que te desvestía


Viniste,

tal como lo habías prometido

en un antiguo poema.

Te sumergiste en mi lecho

con suave fiereza

y en mis sueños

sin abrir las compuertas

de la niebla.


Allí viste mi corazón,

espejo

que te duplica

en el esperado asombro,

pues desde siempre

esa fue tu morada.


Las primeras luces descubrieron

nuestros cuerpos,

alientos jadeantes,

vapores del frío externo,

calores de nuestra interioridad.


Nos miramos un instante de eternidad

tan profundamente

que decidimos continuar el resto

de días y noches del mundo

juntos.

De Instantáneos


Ya siento acercarse

la tristeza

con sus ojos de vacío


Viene y se agazapa

en la oscuridad

se tapa con la noche

se cubre de secretos

que la disfrazan

de bestia


Mas es una pobre brisa

malsana

inflada de hojas muertas.


Una nada

que se cree todo

pero sigue siendo

polvo sin nombre.

De En el inicio de la vida


Al final de la noche

la oscuridad del día.

En el término de los sueños

la vigilia acezante

deseada sólo para emigrar

de las pesadillas más amargas


Al final de la noche

la noche de la noche

La noche eterna

donde en calma trabaja el alma

con la música relajante

del olvido


Al final de la noche

la conciencia se apaga

y la nada toma el cuerpo cotidiano

con el que me desplazo

por los días

De El paso de la serpiente

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