Estoy atrapado
en el fondo opresivo
de un océano.
Nada de aire
durante lustros
bastante opacos,
años que se deslizan
como moluscos babosos y firmes
para quebrar las corazas y los huesos
de los sueños.
Estoy amarrado
en el corazón de la tiniebla,
robándole a Conrad
una feliz frase de desdichas,
mientras bebo y brindo con él a ciegas
en esa sima
donde la luz es imposible
porque no ocurre
o se fuga en los pliegues
de las más espesa oscuridad.
En ese punto aguardo
se abra una salida,
espero se descorran las puertas
del fondo del mar,
y se escurra todo el peso del agua
hacia el centro de la tierra.
Tal vez sea una entrada, más bien,
hacia el fondo abisal
porque salir de allí
significa
estallar en mil pedazos o más,
fuego de artificio
que me atrevo
a encender,
incluso,
con fósforos
mojados.
De Instantáneos
no la cura otra compañía
Sólo el encuentro
conmigo mismo,
con lo trascendente
o quizás
con la soledad misma.
Pero tal vez,
empedernido optimista,
conozca a alguien
que la borre
de mi boca
y la exilie
de mi corazón
De Espacios temporales
qué es la vida
siempre me asombro
y mi faz se torna pensativa.
Un dejo de luz
oculta
entre tinieblas
cualquier respuesta sensata.
Acaso la vida
no tiene resolución
sino sólo preguntas
para que el viajero
se entretenga con ellas
en la larga soledad de su camino.
De En el inicio de la vida
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