domingo, 25 de julio de 2010

Tres poemas solitarios



Estoy atrapado

en el fondo opresivo

de un océano.

Nada de aire

durante lustros

bastante opacos,

años que se deslizan

como moluscos babosos y firmes

para quebrar las corazas y los huesos

de los sueños.


Estoy amarrado

en el corazón de la tiniebla,

robándole a Conrad

una feliz frase de desdichas,

mientras bebo y brindo con él a ciegas

en esa sima

donde la luz es imposible

porque no ocurre

o se fuga en los pliegues

de las más espesa oscuridad.


En ese punto aguardo

se abra una salida,

espero se descorran las puertas

del fondo del mar,

y se escurra todo el peso del agua

hacia el centro de la tierra.

Tal vez sea una entrada, más bien,

hacia el fondo abisal

porque salir de allí

significa

estallar en mil pedazos o más,

fuego de artificio

que me atrevo

a encender,

incluso,

con fósforos

mojados.

De Instantáneos


Esta soledad

no la cura otra compañía

Sólo el encuentro

conmigo mismo,

con lo trascendente

o quizás

con la soledad misma.


Pero tal vez,

empedernido optimista,

conozca a alguien

que la borre

de mi boca

y la exilie

de mi corazón

De Espacios temporales


Si me pregunto

qué es la vida

siempre me asombro

y mi faz se torna pensativa.


Un dejo de luz

oculta

entre tinieblas

cualquier respuesta sensata.


Acaso la vida

no tiene resolución

sino sólo preguntas

para que el viajero

se entretenga con ellas

en la larga soledad de su camino.

De En el inicio de la vida

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