He regresado
a la vera del sepulcro
donde alguna vez estuve.
Quiero encontrar los signos
de mi resurrección.
Allí están.
Las mortajas deshechas.
El ataúd astillado y vacío.
La tierra removida, empapada por las lluvias.
El silencio.
He caminado hasta aquí
para ver la oquedad
y nada encuentro
que ya no haya sabido.
Estoy redivivo.
De Extensa Brevedad
que me ahogaba
no era el de la condena
a muerte
sino el de la melancolía
que me sentenciaba
a vivir
cada instante
como el último,
siendo el primero
de un sufrimiento interminable.
Hasta que llegaste tú,
con algo mejor que un indulto,
con puro amor
y tu tierna mano
me libró de la pesada soga
y de la venda
de condenado enceguecido
para vivir intensamente contigo
toda el resto de infinita vida
que nos queda.
De En el inicio de la vida
La última
instantaneidad
es una sorpresa mortal
de la que uno se desentiende pronto.
Este momento
de consciencia
es apenas el paso
a otro instante
de profundo sueño.
Nada definitivo.
La resurrección del alba
o el sobresalto de la noche profunda
me devuelven,
atravesando la tierra
en un desgarramiento,
a este prolongado sueño
de mi vigilia
donde mi único alivio
es la constancia de tu presencia,
compañera de mis pensamientos
dueña de mis alegrías,
ecónoma de mis tristezas,
amor que no pasa,
vida eterna.
De Instantáneos
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