La belleza es sensación y razón. Porque es una condición de un objeto identificada por un sujeto que, de alguna manera, acude a la experiencia de que tiene y al acervo sobre la misma que mantiene en su memoria.
Si alguien califica algo de bello es porque ese objeto despierta una sensación. De la misma forma, existe un aprendizaje que se pone de manifiesto. Aplica unos criterios para hacer la calificación de belleza.
La belleza parece un proceso racional. Y lo es en tanto concepto. Asimismo por los criterios intelectuales que exige para que se produzca una calificación de belleza.
Sin embargo, la cualidad racional de la belleza desaparece velozmente ante la experimentación del objeto o hecho que parece contenerla.
Ante algo hermoso, primero sentimos el agrado, el bienestar, la armonía y el gozo. Luego, pensamos que es bello.
No es absolutamente necesario filosofar que algo es hermoso para que lo experimentemos como tal. Pero podemos agregar valor a la experiencia sensorial si encontramos también que eso que sentimos como sublime es una experiencia directa de la existencia de la belleza en nuestro mundo.
Nuestra experiencia es única, sentimientos, sensaciones e ideas se mezclan en una sola e indivisible unidad. Si esa vivencia nos acerca a la belleza, podremos estar satisfechos.
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