domingo, 31 de octubre de 2010

Tres poemas de otoño



La última

instantaneidad

es una sorpresa mortal

de la que uno se desentiende pronto.


Este momento

de consciencia

es apenas el paso

a otro instante

de profundo sueño.


Nada definitivo.


La resurrección del alba

o el sobresalto de la noche profunda

me devuelven,

atravesando la tierra

en un desgarramiento,

a este prolongado sueño

de mi vigilia

donde mi único alivio

es la constancia de tu presencia,

compañera de mis pensamientos

dueña de mis alegrías,

ecónoma de mis tristezas,

amor que no pasa,

vida eterna.

De Instantáneos


Miro las hojas que fui dejando en el camino

para no perderme de regreso

a sabiendas que nadie las comería


Algunas palabras han envejecido

sobre sus amarillentas superficies

Tanto

que en el otoño mental

se confunden con el paisaje

y se visten de tierra

con la esperanza de renacer

en otras palabras vivas aún.

De El paso de la serpiente


El viento de otoño

desprende en frío

la hoja

vestida del color de la estación.


Vuela

en la cresta del aire

hacia una lejanía perdida

en su memoria vegetal.


Tal vez no sea

su último viaje.


El fuego de una hoguera

la conducirá

hasta la casa de las cenizas

que esparcidas en tierra

bañada por el agua vital

abonarán un ciclo eterno.

De Extensa Brevedad

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