Creo
en tus palabras
como hechuras del viento
En tus pensamientos,
porque no los veo
y están allí agazapados
Pero más en tus obras
que dicen cosas pensadas
aunque a veces no las comprenda
Bajar hasta las profundidades
del infierno
es fácil.
Sólo dejarse caer
por sus empinadas escaleras
circulares
dando curvas precisas
en cada vuelta de campana,
pregonera de un fondo
que nunca llega.
El regreso
Ese sí es arduo.
Salir del foso
con las piernas rotas,
sin alas,
es cosa seria
que hace pensar
en lo inconveniente de esa caída,
en la imposibilidad de la tarea,
en el ascenso
como única forma
de redención
casi negada
hasta por la esperanza.
Convivo
con mis tristezas
Brindo con ellas
alegremente
deseándoles un buen viaje
hacia otros territorios
que les presento
como paraísos tropicales
Pero se quedan
agradadas
por el buen trato
tal vez
o borrachas de afecto
Ya he probado
espantarlas
con firmeza
Pero toman a broma
mis intentos
Y sus consideraciones
me hacen sentir culpable
del deseo de deshacerme de ellas
Son tan felices
instaladas
en mis sentimientos
que allí quedarán
hasta que alguno de nosotros
duerma
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