domingo, 5 de diciembre de 2010

Tres poemas de paso



Transito un camino

que otros ya hollaron.

Yo aún no.

Veo las marcas de sus pisadas,

hojas de árboles petrificadas en el suelo.

Es paraje no descubierto,

sitio de heredades

y finales.

Vía propia como ninguna en la tierra,

es mi sombra,

mi huella plantar,

la misma que me tomaron al nacimiento

para no confundirme con mi otro yo,

con mi doble,

fantasma que merodea

por estos parajes

buscando verme

para que ambos partamos

dejando el sendero vacío.

De Extensa brevedad

El paso del tiempo

es silencioso.

Pocos notan

que los ha dejado atrás

a siglos inesperados

de distancia,

estacionados en el oscuro camino

del pasado,

de donde ya no creen

salir jamás.


El paso del tiempo

es un celaje.

Toca tu cara con una brisa

helada,

quema

la piel del alma.


Tras su huella nunca

volvemos a tener la osadía

de mirar nuestra figura

en un espejo.


Puro temor nos posee

El azogue

tal vez nos devuelva

sólo el vacío

del espacio

donde estuvimos.

De Instantáneos


Los caminos se bifurcan

sólo en apariencia.

Vamos tomados de la mano

y ello nos hace marchar

juntos,

aunque nuestros pasos

recorran su propia línea.


La misma meta

nos espera.

Recorrer

la vida

mirando el suelo

y el cielo.

Eso es lo importante.


¿Llegar a un sitio

no es lo que hacemos

todo el tiempo?

Arribar es una forma

de decir

que permanecemos

en esta vía de la existencia.

De En el inicio de la vida

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