domingo, 5 de diciembre de 2010

Góndola del maestro Alterio



Ahora arranca del suelo batiendo en polvo sus alas membranizadas y mecanosas la góndola del Maestro Alterio; más de una vez, ante el anuncio de lo que posee, lo han querido contratar como camión de viajes y mudanzas, pero les ha aclarado la inteligencia del caso, cuando les demuestra el doméstico prodigio hecho en la embarcación veneciana que no tiene cava ni estacas ni lona; entre saltos penitenciales y temblores abandonan, sumiéndose por cualquier orificio, la estancia, aprovechan casi siempre el éxtasis al que se ha elevado entre peligrosos ruidos el santo varón; antes de los prodigiosos vuelos, el Maestro no prodigaba sus titulares consejos ni era el santo que entre gritos de plegaria aparece para desaparecer a la vista de una nube de absorto vapor de baba de los congregados.

Pero habiendo uno que no cree sino en la creencia certificada de buena mano de amatista, el Maestro Alterio expone su ciencia ante oficiantes que no despiertan del todo por el fragor inicial de la elevación sino que cabecean ocultos en amplios bonetes, improvisados tronos según las jerarquías, tapetes lugareños y humo de incensarios, tan sólo fruncen el ceño cuando desparramada ya la ofendida vista recién abierta a la contemplación del aparato invento, huelen lo que les recuerda el sulfuro jamás olido y apelan al anatema.

Ahora se sumerge con oscuro vuelo en las profundidades satánicas, mientras ve consumir su obra en el fuego no eterno.

De Andamiaje (1977)

No hay comentarios: