domingo, 14 de noviembre de 2010

Buenos tiempos



Tal vez sea una exageración afirmar que vivimos en buenos tiempos. Incluso puede verse como un insulto para quienes sobreviven en guerra o en situaciones límite para su existencia.

No obstante, es necesario recordar que el buen tiempo se presentará inevitablemente en el momento en que lo necesitemos. No bajo la invocación de una fórmula mágica, sino como consecuencia de una actitud y aplicación lógica de un principio de la realidad. Todo pasa, todo estado se alterna, todo se mueve constantemente.

Visto así, es buen tiempo la lluvia y hasta la tempestad. Cada una con su función nutricia y liberadora de energías, purificadora de la atmósfera, equilibrio de los tensos ambientes que la precedieron. Es buen tiempo cualquier evento, sin que pierda para el humano su carácter terrible o aterrador. Porque de cada uno de esos acontecimientos se extraen no solo enseñanzas, que las hay en todo, sino concretos cambios en el curso de la existencia humana o del planeta.

Todo tiempo de cambio trae sacudidas de nuestro mundo interior, deslaves de nuestras ideas previas, decantación de conductas asentadas y marchitas. Siempre en nuestras vidas debemos acoger los tiempos de cambio con esa actitud abierta a nuevas interpretaciones. Todo pasa y deja algo. A cambio se lleva algo pero tal vez lo que no necesitábamos para lograr construir una mejor vida.

Más allá del simple optimismo, la observación de la naturaleza nos enseña que el ciclo es el ritmo de este mundo. También de nuestro mundo interior. No somos seres extraños a nuestro medio. Las mismas normas y leyes físicas nos regulan y se filtran hacia esa interioridad, transfigurándose en reglas similares, equivalentes.

Así, ante los tiempos amenazantes, más allá de lo simplemente evidente, siempre conservaremos la esperanza de un buen porvenir.

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