Ya en una oportunidad expresé que el optimismo es un ejercicio excepcional en el mundo de hoy. Todo tiende a que la oscuridad sea vista como sinónimo de futuro. La guerra, el terrorismo, la destrucción del medioambiente, del hombre y su casa, la tierra, hacen difícil de concebir la posibilidad del optimismo. Pero hoy la ratificaré.
La vida cotidiana, incluso, tiene un lado sombrío, que hace del optimismo un ejercicio difícil. El optimismo es una vía angosta pero necesaria de concebir y vivir en el mundo. Es exigente, pero aporta extraordinarios resultados en la existencia de quien lo practica.
La tentación del pesimismo es inmediata y proyecta una visión de la realidad oscura y sin salida. Si nos detenemos a reflexionar por un instante, observaremos que esta visión fatalista para nada nos sirve. Bajo esa óptica, la agresividad, la desesperanza y la destrucción es la más pronta consecuencia.
El mundo y su devenir tienen una variedad de tonos, de claroscuros, de altos y bajos, de asperezas y suavidades. Estas diferencias son las que le dan matices a la vida y la hacen interesante. Si todo estuviera hecho, si todo estuviera resuelto no tendríamos la misión de construir nuestras vidas.
En ese existir podemos plegarnos con mucha facilidad a percibir sólo los lados sombríos, las dificultades, los aspectos desagradables y hacer un juicio definitivamente pesimista de la vida. El optimismo es más exigente.
El optimismo exige la voluntad de tomar la vida en las manos propias. Exige creer que podemos hacer de nuestra vida una existencia digna. El optimismo exige creer pero también sentir y sobre todo hacer realidad lo que queremos. El optimismo es una necesidad de realización positiva. La única que nos permite vivir realmente en este mundo.
1 comentario:
El optimismo más que una posibilidad , es una necesidad indispensable para construirnos una vida mejor.
Sin optimismo, no hay futuro posible, caer en el pesimismo es retroceder.
El optimismo nos hace creer en lo que queremos para hacer realidad nuestros sueños
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