Miro las hojas que fui dejando en el camino
para no perderme de regreso
a sabiendas que nadie las comería
Algunas palabras
han envejecido
sobre sus amarillentas
superficies
Tanto
que en el otoño mental
se confunden con el paisaje
y se visten de tierra
con la esperanza de renacer
en otras palabras vivas aún
Cada segundo
del reloj de mi vida
me persigue furibundo
para reclamarme
el uso
o el descuido
que le he dado.
Para quejarse
aceleradamente,
acerbamente,
de su inútil existencia
perdida en el tiempo
¿pero qué sabe él lo que es el tiempo?
Escucho en el silencio
los pasos que
me siguen
de cerca
Vigilan mi sombra
Se guardan en mi quietud
Quiero ver su sonido de ecos distantes
Volteo
Y solo observo mis huellas
en el polvo
que aún no ha caído a tierra
Puedo sólo imaginarme
en ese doble,
en ese otro yo
hecho de sonido,
que el espejo apenas refleja
como un murmullo de voz
antigua
afónica
Pasa la serpiente
de los días
Sinuosa
A veces
deja el rastro de su piel.
En otras migraciones
sólo el tenue vestigio
de un camino.
Polvo
Lo que sea
desaparece
en el tiempo
o en el viento
Van quedando las cosas
regadas en la vida,
largo pasillo
que limpia el viento
Van volando los recuerdos
hasta el filo de la memoria
que los desintegra
Todo queda
atrás
Todo se olvida
1 comentario:
Hola, José: me gustaron mucho los poemas, especialmente, el del paso de la serpiente. Debe ser por lo que tengo también de ofidio oriental. Y de individuo que ve pasar la sierpe de los días. Veo que estás escribiendo bastante, con esto de los blogs. Y lo estás haciendo muy bien. Enhorabuena.
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