La fugacidad, que se nos vive escapando de la
percepción consciente, puede significar un eslabón aislado en el motón o un hito
en la comprensión del mundo. Aunque la poesía no se constituya en el espejo del
entendimiento, necesariamente, en ocasiones constituye la única manera de
captar y decir lo que nos acontece e intentar transmitirlo. Tal es el poder de la
palabra que no pocas veces banalizamos en nuestra cotidianidad pero que en el recinto
poético recobra su sentido sagrado.
Estos Momentáneos
son la captura de esa percepción efímera convertida en palabra. Si acaso logran
su cometido ha de cargarse el mérito al verbo que los aprisionó y al ejercicio
pertinaz y obstinado de escribir textos que probablemente se acerquen alguna
vez con modestia a la poesía.
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