domingo, 19 de diciembre de 2010

Reflexiones sueltas sobre el escribir



Trato de escribir entre el ruido. Campanas no tan lejanas, rumor de gentes en la calle, algunos detonantes, festivos solo para quienes tengan espíritu de sobresalto y gocen con la estridencia del ruido puro. Trato de escribir con música clásica o académica, como quiera llamársele. Una melodía que desde lo melancólico crece hasta una moderada alegría, Valse Triste de Sibellius. Ante tal cantidad de estímulos tan solo describo este momento, donde mi espíritu (o más bien mi alma) está en un estado de extrañeza, entre el goce y la perturbadora sensibilidad de la tristeza. Escribir es un ejercicio. Pero también es un estado. Una acción y una posibilidad. ¿Qué quiere decir todo esto que digo? Tal vez nada más que ningún estímulo externo perturbará del todo el ánimo de la escritura. Pero que todo estímulo externo también contribuirá a ella.

La poesía tiene una procedencia un tanto distinta. Caminando en el borde, entre la conciencia de la palabra exacta y la inconsciencia del impulso interior, que ordena la frase desde el caos, viene a ser un ejercicio donde la concentración está sobre la experimentación de eso que se va produciendo. El poema reflexiona sobre sí para hacerse, a cada paso, para adquirir la cualidad de ser tal. Referir sentimientos. Pegar frases, únicamente con el sentir como algo externo o como una exacta cuenta de sílabas, puede no resultar sino en una ejercitación intelectual, mas no en un poema. Hay magníficas ejercitaciones pero son preferibles los poemas que estremecen. Conmovieron a quien los escribió, a quien los lee o los escucha. Porque tienen la esencia de una experiencia que solo se transmite vagamente por las palabras y más por lo que ellas evocan en cada quien.

4 comentarios:

escuchando palabras dijo...

Creo q las palabras cobran significaciones distintas en cada uno de nosotros, y muchas veces algunas de ellas vienen a resignificar nuestras vidas, besobeso

victor bueno dijo...

me encanta el título de su blog,desde los 10 años he asociado la felicidad con las lluvias de hojas, me dan una paz bella, caminar una hojarazca inmerso en una silenciosa lluvia de hojas es una de mis ideas de un momento feliz;con respecto a su artículo creo que no debemos olvidar que la literatura es básicamente una comunicacion de ideas y que la coincidencia de experiencias entre autor y lector es lo que la hace posible. feliz día amigo

José Gregorio Bello Porras dijo...

Gracias por sus reflexiones tan pertinentes y esa evocación de la infancia, de donde se desprende la palabra como una hoja. Saludos.

Anónimo dijo...

Una elegante definición de la poesía en el cierre. Te felicito.
Un placer leerte.