Me asomo
al borde de la noche
midiendo la caída infinita
Me concentro en sus espesas tinieblas
y de pronto
veo la oscuridad iridiscente,
perforada
irregular.
Distantes astros
me resguardan del total abismo.
Ni siquiera la sombra
más densa
deja de tener un orillo luminoso.
La caverna más honda y sumida
en la negrura
es recorrida por un serpenteante
rastro de fluorescencia
y en segundos esa luz se hace crepúsculo.
Me asomo a tus ojos,
solo veo claridad
en tu alma aflorada,
por eso me aferro a ti,
a tu mano que me ase
con sus diminutos dedos,
me abrazo a tu reflejo,
a tu recuerdo potente,
a tu voz de cítara encantada
en mis oídos cardíacos,
a tu promesa como una firme roca,
para no lanzarme
a los perros de la noche
al vacío tenebroso
al delirio más opaco.
Pero si me desprendo
por torpeza más que voluntad,
igual
te veré en el abismo de la noche
como estrella solitaria
que me espera
con el triste y gozoso consuelo
de abrasarme.
De Instantáneos
qué es la vida
siempre me asombro
y mi faz se torna pensativa.
Un dejo de luz
oculta
entre tinieblas
cualquier respuesta sensata
Acaso la vida
no tiene contestaciones
sino sólo preguntas
para que el viajero
se entretenga con ellas
en la larga soledad de su camino.
De En el inicio de la vida
en pedazos
que se entierran
en el sentimiento
El tiempo vuela
la historia hecha polvo en el camino
y se mete en los ojos
del entendimiento
El tiempo vuela
sin llegar a posarse
en rama alguna
del diluvio existencial
El tiempo vuela
tus cabellos
y la vida,
entonces,
despierta a la luz.
De Breve Pesadumbre
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