…el éxito es uno de los caminos más seguros y rápidos a la infelicidad.
Bigas Luna (Entrevistado en El País, 11/03/2007)
La llamada literatura de autoayuda tiene en el tema de éxito su punto medular. Parece que la construcción de una persona es la construcción de sus éxitos. Por esa vía, se proponen, a través de la exposición, los ejercicios, las vivencias, las afirmaciones y la demostración, lo que cada individuo debe hacer para conducirse hacia la felicidad perpetua. Es decir, al éxito.
Se confunde lo que puede ser un concepto de logro, mensurable fácticamente, con lo que es una emoción ante un hecho particular, ante una expectativa o incluso una ilusión. Y más grave aún, se confunde el logro material con la obtención de un estado del ser que generalmente se identifica con la felicidad.
Comienza mal ese sendero hacia el éxito trazado por la llamada literatura de autoayuda. La que muchas veces no es literatura y que en la mayoría de los casos tampoco constituye una ayuda que se da el propio individuo sino una repetición de fórmulas para que los deseosos de superar sus limitaciones crean ir por el camino hacia la felicidad. Un camino que, según mucho de lo escrito en ese subgénero, debe pasar por el logro material para alcanzar la meta buscada. Después de allí, no sabemos qué podrá hacer el humano. Será abanicarse con el libro de autoayuda y esperar el final de sus días.
Parte todo esto de un supuesto bastante frágil. El logro no constituye un sitio en el cual se alcance algo más que cifras o medios cuantificables. Aunque ello dé satisfacciones. Es por eso que el camino mismo puede dar la felicidad, como intuyen mejor los poetas que los expertos de la ayuda humana. Pero nunca se puede prometer el cielo si no se posee. Y el cielo estará más allá de nuestras manos cada vez que nos acerquemos a él.
Al igual que el cielo, la línea del horizonte es una medida imposible de traspasar. Porque siempre estará en función de nuestra posición actual. El éxito es una línea en el horizonte. En el momento que creemos alcanzarla, vemos que se encuentra más allá, más lejos. Y que lo que acabas de lograr es una meta que si bien te llega a proporcionar cierta alegría, incluso te puede restar la felicidad como una posición ante la vida. Porque en ese camino, el estrés agota al emprendedor eficiente y las trampas y caídas terminan por hacer una vía dolorosa el itinerario del hombre o la mujer que se creen llamados al éxito.
Al éxito se le confunde con un logro cuantitativo, directamente relacionado con las posesiones materiales del individuo. Incluso, autores fundamentales en la teoría de la autoayuda, como el propio William James, de amplio prestigio pero superado en muchos aspectos, proponen el logro material como una fuente de satisfacción que construye la autoestima, concepto, por cierto, ya bastante distorsionado.
No obstante, la vivencia de lo alcanzado, la sabiduría acumulada, el amor por el trabajo realizador es lo único que persiste después de obtenida una meta material. Tal vez allí esté la raíz de la felicidad.
El éxito, es una fugaz sombra. El individuo está en búsqueda de su realización como persona humana. Y ese recorrido, esa construcción, es la que vale la pena destacar en cualquier texto de la llamada autoayuda.
Lo demás puede ser entregado al molino de las palabras en el vacío.
1 comentario:
Hermosa y sabia reflexión. En la vida se pueden obtener muchos logros, muchos éxitos pero si no somos felices en nada nos beneficiarán.
El mayor logro al que todo ser humano debe aspirar es al de ser feliz....
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