domingo, 21 de febrero de 2010

Los amores y el Amor



Cuando reflexionamos sobre la verdadera dimensión de este sentimiento nos encontramos ante la difícil tarea de definir qué es el amor. Ningún concepto puede captar toda la extensión de la vivencia del amor mismo.

Cómo puedes concretar en frases la expresión del sentimiento de una madre amorosa para con sus hijos. O la del padre que con su afecto facilita el crecimiento de su descendencia. O la ternura de dos seres enamorados. O la de quien, con sencillez y entrega, se da plenamente en servicio a las demás personas.

Las palabras tan solo quieren buscar una referencia que nos permita entender que hemos experimentado el amor.

La ciencia pocas veces se atreve a penetrar esta experiencia. En ocasiones hasta refleja un prejuicio al referirse a ella. No pocas veces reduce el tema del amor a algo que sólo tratan los poetas, los filósofos o los locos. Sólo los humanistas enfrentan con propiedad el atrevimiento de una definición.

Hay un trasfondo de temor al referirnos al amor. Tal vez sea este el temor de los científicos. Porque el amor es demasiado extenso. Y bajo su nombre se esconden o aparecen tantos sentimientos distintos, que hace difícil una única definición sensata.

Con el nombre del amor se designa el deseo por algo. Puede ser por una persona, por un animal o una cosa. El amor y el querer se confunden. Y puedo querer a alguien cercano o querer una fruta o un terreno o al dinero. El deseo, más que definirlo, oculta el amor. El amor no es sólo deseo. La palabra amor puede designar relaciones de dependencia o de sacrificio, la pasión sexual o la pureza de un encuentro con lo trascendente. El amor puede encerrar alegría o sufrimiento, éxtasis o melancolía, plenitud o desengaño. Porque cada una de esas sensaciones, por sí misma, no constituye lo que es el amor.

La experiencia de amar nos lleva a múltiples lugares. Aunque con frecuencia el amor es correspondido, amar es un riesgo. Y puede que nuestros sentimientos no sean los mismos de nuestro objeto de afecto. Somos seres individuales y nuestro mundo interior es único. Producimos nuestro amor a partir de nuestra particular experiencia, ello significa que nadie está sujeto a experimentar obligatoriamente el mismo sentimiento. Si coincidimos, será magnífico, si no de todas maneras valdrá la experiencia de amar.

En ocasiones el amor parece interesado. Pero si esperamos obtener algo con la expresión de nuestro sentimiento, la decepción nos puede acechar. Porque el amor tiene mucho de expresión incondicional.

Existe el amor por sobre la expresión individual, parcial o interesada del mismo. Existe el amor por sobre los amores particulares. Existe el amor, aunque no sepamos definirlo. Existe el amor porque lo sentimos. Si queremos capturar el amor en la descripción fría de su experiencia corremos el riesgo de juntar una serie de reacciones y comportamientos que no son el amor. Sólo manifestaciones que acuden a nuestro cuerpo, a nuestros sentidos o a nuestra mente en el momento que experimentamos el sentimiento de amar.

Podemos encerrar el amor en una definición. O dejarlo libre y comprenderlo en toda su extensión. Podemos entender que existe el amor, porque existen los amores. O a pesar de ello.


1 comentario:

Elizabeth dijo...

Qué linda reflexión. Para saber qué es el amor hace falta sólo una cosa...estar enamorado, vivirlo, palparlo,sentirlo.
El amor no conoce compromisos ni convicciones, allí estaríamos hablando de otro tipo se sentimientos. El amor es definitivamente indefinible. Cuando el amor llega lo sabremos porque nos encontraremos sorprendidos, exaltados y felices...