sábado, 28 de junio de 2008

TRES DE LA SERPIENTE


José Gregorio Bello Porras


Quiero ser de esa leve tierra

donde la neblina reposa

antes de bajar a los valles

para deshacerse en murmullos y rocío.

De esos escarpados riscos

ataviados

con verdes mantas

para cobijar del frío al aire puro.

Quiero ser de esos límites

sin fronteras

de la tierra con el cielo.

Y mostrar mi ciudadanía

de sencillas ideas abstractas

y tenues sentimientos

en un pasaporte de palabras lanzadas

en cometas

que viajan con el viento.

Quiero ser de donde soy

Del lugar donde nace el verbo

encendido

por la paz

de ese sitio.

Del lugar de los sueños

y de las creaciones

formadas con aire y niebla

que persisten después que uno se ha marchado



Las gotas se sumergen

en el mar

y crecen

Nadie ahora las separa

de la unidad absoluta.

Los humanos en torrente

se precipitan

al océano de las angustias

y se dispersan en granos de arena o cenizas.

Otra cosa sería

si fuesen inquilinos de la Luna.

Allí residirían en el mar de la tranquilidad

con la misma despreocupación del polvo

del que están hechos.

Sin el aire de la palabra

ni el agua que les da forma

vivirían en la Luna

sin darse cuenta que son humanos.

Casi igual que en la tierra

pero sin la preocupación

de la muerte

porque la vivirían eternamente



De cerca me persigue

alguien ataviado de oscuridad,

alhajado de sentimientos tenebrosos

ocultando burdamente

sus hostiles intenciones

A veces se aleja

para medirme.

Se estira para que sepa

lo flexible que es.

Para decirme con ese gesto paradójico

que no me dejará

hasta apropiarse

de mis pensamientos

palabras

y obras

Casi siempre se acerca tanto como puede

para susurrarme al oído recuerdos

que me tornan melancólico

En ese instante reconozco su turbia identidad.

Aunque se disfrace de sombra

sé que es el que acecha en mi umbral.

Mi imagen reflejada en un espejo negro.




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