Las imágenes llenan el espacio. Todas son antiguas aunque haya pasado sólo horas de su detención preventiva en el tiempo. Recorren la historia reciente o la que se piensa inmemorial. Pero están siempre a un paso. A una mirada de nuestro alcance. En esta ocasión caen en Lluvia de Hojas en dos textos.
En la vía dos, se convierten en una reflexión ambulatoria sobre la suerte de nuestro paso por la ciudad.
Se hacen palabra con el relato La señora Rosa. Extraído de la más pura prehistoria personal. Lleno de claves y de imágenes hechas palabras significativas.
Las imágenes son reflexión. Un reflejo tan solo de nuestro breve paso terrenal que, tal vez, puede perdurar por siglos en la memoria de los otros. O unos segundos de vibración. Pero eso sólo lo dirá el tiempo.
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