Como las palabras, las lluvias se precipitan a veces. Después no se pueden recoger y quedan en enormes charcos que solo el buen alcantarillado asume. De lo contrario nacen lagunas negras de hollín, desecho y putrefacción. El paraíso de la bacteria suelta, de la vida desbocada.
Las lluvias de hojas lanzadas al aire desde el pensamiento son más comedidas. En ocasiones hasta ineficaces en su pulcritud. El ser humano espera siempre el grito destemplado para hacer caso. Y huir con la manada.
Interesante involución en nuestras ciudades. Poética. Pero no es el único tema de esta lluvia de hojas que recoge algunos textos dispersos y antiguos. Viene a ser algo así como un pequeño estanque. Para que las ranas y otros animales nocturnos canten a la luna reflejada. Y los mosquitos salgan a llevar el mensaje y el temblor de las tinieblas, tras saciar sus hábitos insaciables de sangre.
Hojas de Lluvia todavía espera tu comentario, tu palabra que vale como mil imágenes, tu aporte escrito. Si así lo quieres. Y si no, el gusto es el mismo.
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