Foto: J. G. Bello Porras
He querido que un pájaro volase lejos,
y no cantase junto a mi casa todo el día;
le he aplaudido para espantarlo desde la puerta
cuando me pareció no poder soportarlo más.
La falta, en parte, debe haber sido mía.
El pájaro no era culpable de su timbre.
Y claro, tiene que haber algo de error
en querer silenciar cualquier canción.
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