Foto: J. G. Bello Porras
Las gotas de rocío son unas lágrimas anticipadas por lo efímero que es el día que nace.
El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero.
Si en la noche tormentosa se quedase encendido un relámpago en el cielo,
se vería el fondo del firmamento, sus entrañas, su techo trágico y cuajado de
cosas, su fondo anatómico crudo y abismal.
El bebé se saluda a sí mismo dando la mano a su pie.
La luna es el ojo de buey del barco de la noche.
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