viernes, 10 de abril de 2009

EN DETALLE


El detalle, no con poca frecuencia, es la expresión más significativa de un todo particular. Aludimos generalmente al detalle como una parte, en oposición al todo. Como una ilustración de la calidad del todo, cuando más. Así lo valoramos como un elemento que puede estar presente o pasar sin ser percibido. Ninguna catástrofe ocurriría por prescindir del detalle.

Mas no es así.

El detalle es el todo. Si nos fijamos en una parte, esa parte constituye el foco de nuestra atención y por pequeña que parezca es el universo de la conciencia presente.

El tamaño no representa la cualidad de todo o detalle. Algo mínimo puede estar completo en sí mismo y representar un todo con cabal sentido. Algo gigantesco puede dejar de tener sentido sin el detalle. El universo es inconcebible en una sola imagen.

Lo que parecen detalles del lugar donde transitamos, en este caso un lugar natural intervenido por el ser humano, como es una casa o más específicamente el jardín de una casa, son universos detallados con una amplia gama de elementos por ser descubiertos.

El ojo recrea esos elementos que están en el todo, volviéndolos particularmente significativos. La naturaleza vive en cada espacio. Aunque podría vivir también en uno de ellos el universo humano a través de sus creaciones.

Pero este recorrido reflexivo es por el mundo de la naturaleza visible de pequeña escala, no microscópica, con grandísimo color y belleza. Esta última se la agregamos en nuestra apreciación. A ella, a al naturaleza misma sólo le interesa ser atractiva a los fines de su persistencia, de su reproducción, de su proyección en el tiempo y en el espacio. En un proceso que va más allá de la comprensión de una conciencia particular.

Estas flores en movimiento que ilustran esta nota apenas son un destello de los universos que guardan lo que podemos llamar detalles. Y que conservan en sí enormes detalles del universo. Para los ojos que estén prestos a verlos.

Esta lluvia, predominantemente vegetal, inspecciona el detalle en el momento que deja de ser tal para ser la forma, el todo, la cosa en sí. O cualquier otra categoría con la que la queramos definir el universo en el que fijamos la mirada.

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