domingo, 21 de noviembre de 2010

Literatura fantástica y de Ciencia Ficción, breves acotaciones



Si acudimos a las formalidades, como no será el caso en esta oportunidad, pudiésemos distinguir fácilmente un relato de ciencia ficción de uno meramente fantástico. El uno por la utilización de un método de explicación de las realidades. El otro por la sorpresa, al no encontrar explicación a los fenómenos relatados. Ambos hechos o manifestaciones narradas en unos y otros relatos no tienen, en el fondo de sus seres de papel y sombras, ninguna otra explicación sino la imaginación o la ociosidad creativa del autor. En estos géneros el autor puede ostentar con cabalidad o disfrazarse con el título de creador. Porque son mundos, seres o lugares los que se desprenden de su cerebro –si de allí pudiese venir algo– y de sus manos. No porque cualquier literatura no sea también fruto de eso que llamamos creatividad o imaginación, sino que en estas formas se pone en evidencia el carácter de mago o hipnotizador del escritor, en su versión más simplificada.

Quien escribe ciencia ficción o literatura fantástica, indistintamente, asume su condición de fabulador, de inventor de rarezas, como un pretexto para revelar algo que de otra manera no pudiésemos ver en la realidad cotidiana o de vigilia. Se convierte en una especie de profeta secreto, un metaforista o tal vez se asuma como un loco, controlado por la actividad literaria.

La ciencia ficción y la literatura fantástica, deben tener alguna función, existen para algo, han de servir a algún propósito, como el fenómeno onírico. Y al igual que este, algunos textos pueden llegar a ser iluminadores, tanto como otros simplemente serían catárticos, caóticos o incomprensiblemente hermosos o aterradores.

Pero de esa conclusión se encargará el lector, cuando despierte del sueño de la lectura.

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