La lluvia nos trae reflexiones hechas en el tránsito. En la paz de una interminable cola nos volvemos sobre nosotros mismos y vemos la ciudad como nuestro inevitable espacio. Lo que la llanura a las manadas, lo que el árbol a otras especies, en el ser humano la ciudad es su espacio, su medio, invento artificial y artificioso. Hay formas de transformar el medio sin seguir deteriorándolo. Este es el meollo, la tranca que pretendemos resolver con unas líneas. ¡Vaya aspiración! Pero quién sabe, si muchos compartimos ideas parecidas tal vez algo pueda suceder.
En la ciudad encontramos voces que cuentan historias. De hoy y de ayer. Por eso dos relatos complementan esta Lluvia de Hojas. Uno trunco, como todo lo que la velocidad fractura. Otro que forma parte de un viejo proyecto, donde la ciudad era otra. Otra que preparaba esta misma trampa…
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