Antiguos como la memoria y frágiles como ella,
sobrevivieron el diluvio y el fuego celeste. En ese orden. Apenas algunos
llegaron de nuevo a la tierra virtual. No fueron necesariamente los mejores o
los más aptos. Sólo supervivientes de la extinción definitiva. A lo mejor
únicamente para el instante de su confrontación con el lector. Tal vez nada más
para la manifestación de la palabra como posibilidad de otra existencia.
J. G. B. P.
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