Este pequeño volumen contiene las dos versiones
clásicas del más conocido de los cuentos de hadas: “Caperucita Roja”.
En primer lugar, la de Charles Perrault, hecha en 1697; en segundo, la de los hermanos Grimm, realizada ciento quince
años después, en 1812.
Lo hacemos para que nuestros lectores vean las
semejanzas y diferencias entre una y otra y para que observen también cuan
manipuladas son las ediciones que de estos cuentos se hacen comercialmente para
los niños.
La de Perrault estaba más apegada al cuento que
entonces se transmitía oralmente en Francia, en reuniones nocturnas familiares,
una vez que los niños habían ido a dormir.
Dicha versión estaba dirigida, principalmente, a las
adolescentes entradas en la pubertad, a quienes se pretendía alertar sobre los
riesgos de hallarse a solas con un depredador sexual. Le hemos dejado la moraleja
que se exponía al final, para mostrarla tal como se presentaba hace más de tres
siglos.
La de los Grimm, recogida entre el pueblo alemán, no
era tan directa. Su propósito era el mismo que entre los franceses, pero el
roce al pasar de una voz a otra edulcoró el relato e incluso lo dotó de un
final feliz.
Aunque en principio Jacob y Wilhelm recopilaron los
cuentos populares de su nación y su tiempo con fines filológicos, no tardaron
en comprender que al pasar de la oralidad a la escritura llegarían a un público
culto, y terminaron de despojar a su Caperucita de los elementos eróticos que
había en su trama.
Hay que entender que ni este cuento, ni los de
Cenicienta, la Bella Durmiente o Blancanieves fueron hechos para niños y que
las versiones que presentamos probablemente distan bastante de las originales,
elaboradas siglos antes de ser convertidas en obras literarias.
También que Caperucita no mostraba a una niña, sino a
una adolescente, probablemente, entre trece y catorce años, edad en la que
entonces la mayoría de las niñas de clases bajas ya eran madres, y las de
estratos sociales medios estaban prometidas y, muchas veces, casadas.
A. J. S.
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