domingo, 9 de enero de 2011

Morfeo en los infiernos



Se extiende en la acera plegado al mundo de los sueños. Los caminantes lo ven como un simple accidente del paisaje urbano, al cual eluden con el cuidado de quienes no desean pisar un material orgánico peligroso. Él se remonta a su pasado, a sus inicios como músico en el bar Las Puertas del Cielo, donde conoció a la amada que lo abandonó en brazos de una sobredosis. Ve también sibilante su futuro como conductor de una orquesta de extraños y deformes instrumentos tropicales y como héroe de largas y modosas batallas callejeras sombrías donde recupera a su amada. Con esta mezcla y con la ayuda de algunas traicioneras sustancias crea su paraíso infernal.

Su presente –el de un ser en profundo sopor por efecto de una vida que no termina de acabarlo– está expuesto sólo a los demás. Su ausencia en la tierra persiste hasta que el sol de media mañana lo despierta reblandecido, hecho parte del pavimento. Reemprende entonces sus esfuerzos diarios que buscan sólo sumirse de nuevo en el mundo onírico donde reina entre monstruos de diverso talante pero, definitivamente, más amistosos que los transeúntes.

1 comentario:

Martha J Escudero dijo...

Gracias Jose (Jorge). En horabuena mi amigo...