Vuelvo al tiempo
de las soledades postreras
de donde no creía salir.
Todo sigue en el mismo sitio,
el aposento que dejé vacío
el polvo lo cubre ahora
con su paso de tenue huella.
Vuelvo al exilio solitario de las esperanzas
allí están los mismos muebles
torvos amigos de la tiniebla:
el sarcófago
el ángel que llora postrado arrastrando sus alas exánimes
la oscura silueta de mujer envuelta en géneros, brocados y velos
que dejan escapar sus lágrimas pétreas en silencio.
Todo es olor a polvo, moho y lejana cercanía de la muerte
Había emergido presuroso de allí
tiempo atrás
con el deseo de encontrar el sol.
Ella me descubrió paseando despreocupado por un jardín de palabras
y nunca más puede soltarme de su mano.
Caminamos el mundo entero en una sola alegría
hasta que el miedo nos separó
con su cuchillo de doble filo.
Ella se quedó con mi corazón
Y ahora vivo con esta oscura caverna
dentro de mí.
Con este espacio vano.
Con esta risa huera, llena de ecos, que me acompaña,
burla que me perseguirá por el resto de mis días contados,
recordándome que la imposibilidad está sólo en no atreverse.
Le respondo a la sombra que me arriesgué –se ríe.
Que osé desafiar el destino que me indicaba la felicidad
con sus dedos de esqueleto –se ríe–
y me retaba a pasar esa raya falsamente impenetrable,
esa distancia entre mi deseo y la acción.
Pero no fue suficiente.
Esperé un milagro
entonces.
Y aquí
estoy
a
las
puertas
de
la
nada.
De Instantáneos
del infierno
es fácil.
Sólo dejarse caer
por sus empinadas escaleras
circulares
dando curvas precisas
en cada vuelta de campana,
pregonera de un fondo
que nunca llega.
El regreso
Ese sí es arduo.
Salir del foso
con las piernas rotas,
sin alas,
es cosa seria
que hace pensar
en lo inconveniente de esa caída,
en la imposibilidad de la tarea,
en el ascenso
como única forma
de redención
casi negada
hasta por la esperanza.
De En el inicio de la vida
Miro las hojas que fui dejando en el camino
para no perderme de regreso
a sabiendas que nadie las comería
Algunas palabras han envejecido
sobre sus amarillentas superficies
Tanto
que en el otoño mental
se confunden con el paisaje
y se visten de tierra
con la esperanza de renacer
en otras palabras vivas aún.
De El paso de la serpiente
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