domingo, 28 de marzo de 2010

Viaje en la Máquina del Tiempo



Todo lo arrastra y pierde este incansable

Hilo sutil de arena numerosa.

No he de salvarme yo, fortuita cosa

De tiempo, que es materia deleznable.

Jorge Luis Borges – El Hacedor.

Acaso pueda yo perder el tiempo hablando o escribiendo sobre algo que corre raudo a cada momento. Algo inasible, un concepto que nos lleva por delante inevitablemente pero que a su vez es una vivencia que nos permite realizar la vida. Mejor hacer algo al respecto.

El tiempo es vivencia, es estar en un espacio y moverse en él. Como tal genera recuerdos y proyecciones o fantasías. Por eso el tiempo es padre del pasado y del futuro, de lo que ya sucedió y de lo que posiblemente pueda suceder. Pero ambas dimensiones, nótelo bien, solo existen como referencias en nuestra mente. Una como recuerdos, más o menos ciertos, según el grado de fidelidad de nuestra memoria, generalmente teñida de emoción. Otra como fantasías o planes de vida que podrían ocurrir, realizarse, o no ser, simplemente.

Tanto el pasado como el futuro ocurren en este presente. Es allí donde los percibimos y allí donde nos afectan.

Si esta condición del tiempo fuera inmóvil en cuanto a sentimientos y emociones, observaríamos los acontecimientos en una dimensión de hechos mensurables o posibilidades que no nos preocupan, sino sólo como planes a ser ejecutados. Pero resulta que esos hechos en nuestra mente nos mueven hacia el pasado o el futuro, invadiendo nuestra posibilidad de vivir el ahora, invadiéndolo con temores, angustias, desagrados u otras vivencias desproporcionadas o simplemente insoportables.

Sin embargo, podríamos también hacer de esta posibilidad del tiempo pasado o futuro todo lo contrario. Una oportunidad para crecer y para establecer un clima emocional que facilite nuestro desarrollo. Para ello vamos a emplear una herramienta.

Vamos hoy a hacer un ejercicio. Algo que puede resultar extraño en este sitio. Pero para algo práctico también pueden servir estas Hojas caídas en la Lluvia. Haremos un ejercicio de viaje en la máquina del tiempo. Ello nos servirá, sobre todo, para ir hacia el pasado. Hacia los momentos que nos han marcado y que de alguna manera queremos modificar para quitarnos sensaciones de desagrado que contaminan nuestro presente o para reforzar conductas que nos han servido en otras ocasiones.

Vamos pues a viajar en la máquina del tiempo donde dominaremos el pasado reviviéndolo en cámara lenta y reconstruyéndolo para nuestro beneficio.

Siéntese cómodamente, respire con tranquilidad y dispóngase a viajar. Imagine su máquina del tiempo con detalle, cómo se ve, qué sonido tiene, como la experimenta. Usted es el inventor.

Introdúzcase en su máquina del tiempo, tome posesión de ella, usted la dirige. Ahora póngala en marcha y, desde este momento presente, retroceda en su vida paulatinamente. Dese tiempo para ello. A cada paso revise si la escena que ve o lo que oye o lo que siente es significativo para usted.

Retroceda hasta un momento de su vida donde hubo algo que le molestó. Deténgase allí. Seguramente, usted revivirá las sensaciones que la acompañaron. Pero observe bien, ya los hechos pasaron. Y sin embargo allí permanece ese sentimiento de molestia.

Una vez ubicado el recuerdo a ser visitado, revívalo tal como usted cree que sucedió, sintiendo lo que sintió en aquel momento. Detenga allí su visión, congele la imagen. Si lo prefiere, rebobine y oiga de nuevo las palabras que escuchó en ese momento. Experimente las sensaciones que se suscitan alrededor del recuerdo escogido. Detenga el recuerdo, congélelo. Observe que usted está dentro de su máquina del tiempo. Usted la creó. Usted la controla.

Una vez detenida momentáneamente la acción, imagine cómo usted hubiera querido sentirse en ese momento, como usted hubiera preferido actuar, de haber tenido la experiencia y la oportunidad que tiene ahora.

Reconstruya ahora la escena, haga lo que usted hubiera querido hacer. Vea la acción nuevamente como usted quiere. Borre los parlamentos que le desagradan. Grabe otros, los que usted quisiera haber dicho, las respuestas que usted da en este momento. Póngale el sentimiento que usted quiere.

Una vez reconstruida la escena, véala de nuevo. Si algo no le gusta deténgase, corríjalo y continúe. Inténtelo tantas veces como sea necesario, hasta que esté satisfecho con la escena. Explore ahora el interior de su ser y experimente lo que está sintiendo.

Repita el procedimiento hasta que pueda sentir que ha dominado la escena. Hasta que se sienta bien.

Anote lo más significativo de su experiencia. Y repase sus notas cuantas veces lo necesite.


1 comentario:

Elizabeth dijo...

Me parece un experimento interesante viajar al pasado para enmendar errores....extraer de las experiencias anteriores soluciones para vivencias futuras....